Christian Viveros-Faune, OPC, Larry Alvarez y Richard Mosse
en la rueda de prensa de la muestra The Devil you Know, SAA/CAAM, Abril, 2014
PINK (o de cómo escapar del infierno según el arte de Richard Mosse)
… notas para un prólogo
la
vida es un mal pensamiento
este
poema que aún supura.
Leopoldo María Panero
Teoría del miedo
1.- Para comenzar, hagamos una
autocrítica: yo no conozco África.
Como
consumidor de imágenes ─sean éstas fotográficas o cinematográficas─ e historias
ficcionales narrativas o de escrituras ensayísticas, he de reconocer que “algo
sí”, pero no tengo el placer de conocer “en persona”, ─o lo que en los medios
radiofónico-televisivos llaman “en directo”, y en antropología se denomina: “de
primera mano”─ la tierra de los ancestros de los credos afrotrasatlánticos
llevados a las Américas, por la esclavista “Trata Negrera”.
Sólo
retengo en mi memoria, anécdotas de familiares, vecinos y amigos que fueron
enviados a la Guerra Cubano-Angoleña-Sudafricana, de quienes sí estuvieron
allí. Pero yo no la conozco.
Por
ello, tal vez ─lamentablemente─ África me queda tan distante, estando tan
cerca, no sólo a nivel geográfico, ahora que vivo en las africanas Islas
Canarias, vecinas paralelas del continente negro; sino, culturalmente, por mi
raíz caribeña, y más específicamente, cubana.[1]
2.- Cuando se habla sobre
África, desde Occidente se argumentan con facilidad fundamentaciones inexactas
que generalizan sobre cómo un continente entero está en constante ebullición
bélica, por la desgracia post-colonial de la repartición de los poderes
fácticos étnico-tribales, y el desequilibrado reparto de los bienes
económico-financieros del continente geográficamente más rico del planeta. Sin
ahondar en dichas especulaciones en el problema fundamental, aquél que radico
en el hecho de que ese condicionante bélico africano se mantiene, porque justo
se mantiene el “expolio” y la exportación de ese reparto, desafortunado ─para
unos─ y afortunado ─para otros─, de sus
bienes hacia Occidente.
3.- Sobre este silencio ante
el expolio las teorías post-coloniales de los “estudios culturales” encaminados
por Raymond Williams, Stuart Hall, R. F. Thompson y Richard Hoggart, han puesto al descubierto la raíz del conflicto: el problema de
base, el expolio como causa, las políticas coloniales y post-coloniales, y los
conflictos bélicos incluidos como la consecuencia.
Desde el punto de vista curatorial ─refiriéndonos al Arte de hoy en día producido desde el
contexto africano─ profesionales como
Octavio y Antonio Zaya, Salah M. Hassan, Okwui Enwensor,
Olu Oguibe y Elvira Dyangani, entre otros, han abierto debates de
profundización y contraste entre dichas teorías críticas y las prácticas
artísticas, más allá de las nociones estereotipadas de la cultura visual
africana en un tiempo globalizado. Así mismo, las bienales de La Habana,
Johannesburgo, Dakar, Bamako, Benín o El Cairo, nos han abierto también la
noción de la realidad artística africana, más allá de los clichés que la
encorsetan a un peyorativo “primitivismo lastimero”.
Una mirada curatorial que definitivamente ha
democratizado y visibilizado un contexto transcultural, que desborda el
continente.[2]
4.-
Esencialismos aparte, como se aplica en antropología
crítica este término anglosajón deriva de la potestad representativa y
legitimante esencial de las razas o etnias, después de asumir mi vacío, igual
puedo decir que bien creo no hay un único camino para conocer África.
E incluso, podría preguntarme ¿cuál África?
5.- Richard Mosse es irlandés, lo cual indica de nacimiento y por deformación
cultural, que lo bélico lo comprende de manera natural, ya que es un hombre
crecido en el tiempo del IRA y de la militarización de la vida político-social
de su país natal, en plena Europa de finales del siglo XX e inicios del
XXI.
A su vez, Mosse es un artista visual ─sobre todo fotógrafo y videoartista─ que desde muy temprano se ha preocupado por captar a través de su lente,
las realidades marginales que tras el paso de la guerra, el humano deja.
Posiblemente para que esta captación retiniana
le sirva como modelo de comprensión de la complejidad de su propio concepto de
“nación en guerra”.
Primero lo hace simulando un documentalismo
directo, análogo, plano y frontal; y luego diversificando el detalle del
enfoque, en diálogo con una seductora belleza estética de las imágenes que
produce, la cual pone en jaque el sentido literal de la imagen, su finalidad,
su mensaje y su naturaleza misma como reflejo de “lo real”, metaforizado.
Empleando para ello el filtraje de la película infrarroja de vigilancia militar
en desuso, que en esta ocasión, mediante el “uso exagerado” de su cromatismo
resultante provoca una imagen cargada de la belleza de la destrucción ─podría decirse─,
o de la belleza de la muerte y el caos; que atrapa hipnótica e hipnotizada
nuestra mirada.
6.-
Una
mirada que ─al menos en su serie El
Enclave─ no es África.
Tan
sólo un relato fragmentario de lo que el ojo del artista ha visto y/o ve en el
conflicto armado de la República Democrática del Congo.
Únicamente
un fragmento coloreado de rosa, fucsia y magenta del África ensangrentada de
rojo.
Esto
claro está, no es “Arte Africano” propiamente dicho, pero -hablando de decir-
de África habla.[3]
Como si el artista nos dijera, yo no
conozco África ni como turista… o… “un poco sí”.
7.- Sin embargo, el
acercamiento a las fotografías rosadas de Richard Mosse me recuerdan por qué me
siento tan lejano del conflicto africano, habiendo estado tan cerca y/o
colindante de la historia de mi vida.
El
Ché, ese héroe idílico revolucionario, estandarizado como icono post-comunista,
que todo estudiante cubano de mi generación (inside island) juró “ser como él”, de hecho, luchó en la primera
guerra de guerrilla del Congo a inicios de la década de los sesenta. Allí, en
el Congo comenzó su periplo internacional post-Cuba que le condujo a la muerte
en Bolivia.
Del
Congo, o del antiguo Reino Kikongo vinieron a mi isla hace más de tres siglos,
los cultos de la Regla Kimbisa Palo Congo Mayombé, uno de los credos fundacionales
del sincretismo cultural cubano; y en cambio, yo, al Congo nunca miré, le di la
espalda, lo dejé pasar.
Cosa
que Mosse, no hizo.
8.- Me acompleja y paraliza
el horror otrorizante de lo
desconocido, o quizás debería replantearme ese des-conocimiento (de y/o
post-colonial), como una meta a superar.
O
ni yo mismo, mirando estas engañosas e impactantes fotografías rosáceas, podré
escapar del infierno (metafórico y “no-real”) de mi conciencia, más allá de la
falsedad de mi culpa pseudo-burguesa.
Como
si Richard Mosse quisiera despertar nuestras aletargadas conciencias de su
letanía, hablándonos de la guerra porque en la guerra creció; aun… cuando estas
sean guerras que no sean “suyas”, nos grita -al oído de sus impactantes
imágenes- que si son humanas, estas guerras son nuestras.
Con
esta conciencia de rebeldía e inconformismo crítico con el que el
independentista poeta nacional cubano, José Martí, cuando refiriéndose al
imperialismo, decía: “Conozco al monstruo, porque viví en sus entrañas.”
Y
desde allí, desde una escapada o fugaz representación del peor de los
infiernos, nos invita a entrar, aceptándolo como parte del mundo en el que
vivimos.
Ahí,
aquí… en el continente de al lado.
Ahí,
ahora.
Las Palmas de Gran Canaria,
España
Invierno de 2014.
[1] Me molesta muchísimo caer en el metafórico refranero
canario que dice que en Canarias se está de espaldas
a África, de frente a las Américas y pensando en Europa. Sin ser canario, o
quizás, sin saber realmente cuánto de canario somos los de mi isla, he caído en
esa trampa simbólico-cultural.
[2] Estrictamente hablando dentro de la historiografía
crítica, por ser más exactos, puede que sea Dakar
la referencia hoy por hoy del mapeo visual del Arte Africano en las últimas
décadas.
[3] Sobre esta idea esencialista, recuerdo la parcela de
legitimidad que se le ha cuestionado al artista cubano José Bedia por
adentrarse en las cultura primalistas y populares indígenas americanas, “siendo
un hombre blanco”. Y en una situación
contraria, ese mismo “lobby crítico”, por llamarlo de alguna manera, le ha
permitido a Alfredo Jaar, representar (hasta la saciedad, con un amplio proceso
de comercialización globalizado de respaldo) las masacres y miserias de Ruanda.
Entonces, ¿por qué no es
legítimo que lo haga Mosse? ¿Por ser europeo? Es irlandés, un europeo dominado, podríamos decir,
atípico, igual de disidente e insumiso que el resto de los ciudadanos de las periferias
del poder.