martes, 4 de mayo de 2010

handmade

casi no sabe
deslizarse
sobre su propia
gravedad
más no tarda
en danzar
sobre el razo papel
de dúctil blancura
el alegre dorsal
de esta
mi pluma




tras un regalo
mi primera Waterman


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sólo en tus ojos
toda la luz
halla un lugar
donde habitar
como idiomática

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temerosa la voz
infringe toda ley que de tu voz pronuncia una amargura
cuando solo el amor logra ejercer en ti sus ataduras
he aquí la voluntad de un dios paupérrimo que infringe su verdad
como esperpento
un dios como un atuendo cauteloso
que más que un dios austero
es más bien un dios sin veleidad
pues dios poco ha de ser
quien te atosigue
y diga su piedad
como desvelo
de quien ha de azotarse los perdones
por no saber decir
en su voz propia
es esta mi verdad
y estos
mis temores

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no
estoy
marchito
machito
yo
no estoy
aún siento mi sangre
galopar
cuando tu desnudez
pasea entre mis sueños
describirlo
tal vez
un espejismo
pero como certeza lexical
sólo retumban hoy
estas palabras
no
estoy
marchito
marchito
yo
no
estoy

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the
problem
is
trying
to
be
too
smart

-por supuesto-

olvidamos vivir

olvidamos errar
o equivocarnos

-que no es lo mismo-
uno de viene del accidente errático del tiempo
el otro
de elixir extinto de la sin-razón

el problema es
intentar ser
demasiado
listo
porque
la prueba real está en domesticar con palabras lo sentido
no lo pensado
lo pensado es palabra desde su nacimiento
el sentir sufrimiento al nacer

quizás el misterio del tiempo


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en una moleskine de piel
flexible como la realidad donde se halla
la escritura no es sensible a las marcas




¿o sí?



Madrid, La Habana y Granada.
Invierno-Primavera 2010.

ANDRÉS MONTALVÁN: LA MEMORIA MITOLOGIZADA (otras notas)


Andrés Montalván
Abstraction, 2009
Pigmento de óxido y Acrílico sobre papel
70 X 100 cm
Colección Privada (España)

a Luis, Bárbaro y Alexis

La fantasía y la ficción como camino de despliegue creativo del humano siempre han estado cercanos a nuestra naturaleza.
En “mitologizar” hallamos gran parte de nuestra esencia, y antropólogos como Frazer y Leví-Strauss, o pensadores como Barthes y Foucault han profundizado con marcados aciertos en el estudio del Mito como mecanismo para descubrir nuestra subjetividad, o como espejo ontológico de lo que somos.
Especular sobre ello, este texto puede que no sea el espacio ideal; pero igualmente bien sabido es que mucho de arbitrario, accidental y caprichoso tiene la creación de las ideologías mitológicas.
Arduo ha sido (y es) el recorrido de la Literatura, la Dramaturgia y las Artes Visuales en torno a la idea del Mito.
En el contexto de Arte Cubano desde el afloramiento de las investigaciones en nuestra identidad post-colonial, por allá… a finales de los años setenta e inicios de los ochenta; desgraciadamente se ha simplificado la percepción del pensamiento mitológico a un único arista de nuestro acervo cultural: el Afroamericano.
Sea éste de descendencia y/o ascendencia yoruba, kikongo, lucumí, araná, entre otros; o de las reglas de Ifá, Ocha, Palocongo Mayombé, o la Kimbisa Abaccúa.
Negar nuestro “deje” o “pasado -ideológico- colonial blanco” fue una estrategia de reafirmación en el parapeto de lo mestizo y lo criollizado.
Sólo que nada es absoluto. Ni para siempre.
Andrés Montalván, puede que sea uno de los pocos artistas “negros” cubanos que no ha establecido un diálogo directo y obvio con su “racialidad” de manera oportunista, auspiciado en el absolutismo de su negritud.
Sin dejar de preocuparse por la construcción de un “pensamiento mitológico” para especular -visualmente- desde él.
Él no ha escogido declarar a voces su negritud porque lo es.
No necesita ningún discurso que lo avale cuando frente al espejo su fisonomía le dice quien es.
Esta línea de investigación conecta -así- con otros artistas cubanos que no “vociferan” su “cubanidad” y/o su “racialidad” como son los casos de Luis Gómez o Ricardo Brey.
Pero contrario a lo que muchos creen -por la proximidad generacional y por los lazos de amistad y formación cómplice que lo une, con Luis- veo a Andrés más ligado a la “metodología a-narrativa” de Brey.
Porque ambos son mucho más poéticos.
Pragmática de rigor sintáctico que no escasea en Gómez, pero que creo mucho más específica en Brey y Montalván .
Si bien, hace cerca de trece años -cuando escribí mi último texto habanero referido a la obra - su producción estaba manifestando un despegue de la tradición “antropológica” cubana, porque evitaba el didactismo referencial; hoy día, tras una década viviendo entre New York y París, ese desapego se hace cada vez más tácito.
Gracias a una contradicción auto-reafirmante, al haber encontrado un “filón de oro” (como sendero ideo-estético) en la introspección autoinfligida del desplazado.
Porque el desplazamiento como elección vital implica negación, luego aceptación y luego negociación de lo conveniado o aceptado.
O sea, supervivencia del yo, más allá de los territorios.
En otras palabras, como dijera: Bárbaro Martínez-Ruiz, “blindarse”.
Montalván se ha “blindado” creando un pensamiento mitológico que contrasta como dialéctica de identidad frente a Occidente.
De ahí, la crudeza facial negroide de “La piel de la memoria” , la piel coraza que le resguarda sus ideas incediarias, rebeldes, disidentes, dispares, discrepantes… del modus vivendi del decadente occidente europeo.
De ahí, ese “ineludible e invisible límite” que separa al yo de su reflejo, a la manera de Narciso, frente al agua.
El agua puede ser la frontera física de la Isla lejana.
La frontera palpable de la diferencia allí donde vive y se siente “un desplazado”.
La frontera de lo real y lo imaginario, de lo culterano y lezamiano y lo popular y ancestral.
Así como ancestrales son las huellas de sus viajes.
Un viaje del que bien sabemos apunta como anotaciones de una bitácora dibujística.
Las anotaciones de un ermitaño tal vez, pero nunca las de un anacoreta.
Porque el anacoreta no posee el saber mitológico del sufrimiento real de lo vivido como lo plasma Andrés, en sus desvelos de la resistencia a lo que duele.
Quizás… como un amargo duelo susurrado, que todo lo inunda, cual tsunami existencial que todo lo arrasa… su obra, así… sólo nos hace dudar.
Dudar siempre.
Y en esta duda óntica, casi siempre nace la fe, o su primera manifestación más estructural: el Mito.


Granada, España.
Primavera, 2010.
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Ojo: no deben de leerse estas afirmaciones como críticas abiertas a quienes sí vociferan su negritud.
Primero porque su derecho a vociferar lo que sea tienen; segundo, porque la negritud igual es una actitud cultural más que racial, y tercero, porque aquí sólo decimos que Andrés no lo hace. Y negar no siempre es oponerse, también puede ser abstenerse.
En Luis Gómez el resultado altamente poético es producto de una neo-conceptual síntesis lingüística, en Brey y Andrés… de una sintaxis gramatical, mejor… post-literaria.
Véase: La construcción de un espíritu propio (notas de opinión acerca de la obra de Andrés Montalván), en el catálogo de la muestra: Los cimientos del alma, Taller del Artista, La Habana, Cuba. 1997
El término exilio, en este caso, no sería correcto, primero pues Montalván tampoco nunca fue muy militante de la socialidad, segundo, mucho menos de lo que desde lejos se nos dibuja como el mapa irrisorio de un arte programado para epatar, tercero, el a su Habana natal, todavía regresa.
He aquí una prueba de ello.
Otro artista e historiador de Arte, con quien Andrés tiene una estrecha relación, aún cuando las estéticas sean diametralmente opuestas, sus epistemologías son paralelas, de quien recuerdo con cierta fascinación su pieza: Emociones Blindadas (1997-2000).
El título de su instalación “La memoria de la piel” (2009) está alterado intencionadamente.
Parafraseo de su título: “Limite invisible” (2010), instalación work in progress.