domingo, 24 de enero de 2016




EL PODER DE DECIR LAS COSAS POR SU NOMBRE

-Informe vox populi, borrón y cuenta nueva… bobbo ossobbo unló-


Esta imagen es el comienzo de una transición, el cierre de puertas de un nexo con un pasado del que ahora mismo avanzo hacia otra dirección.

Muchos de los colegas, artistas, comisarios/curators, críticos de arte, conservadores o directores de museo con quienes me he relacionado en los veintidós años en mi carrera profesional, saben que trabajar en el CAAM era una de mis grandes ilusiones, fundamentalmente porque era –al menos para mi- un paradigma; pero como todo paradigma era un espejismo.

He guardado silencio.

Incluso tras el cálido y sorpresivo homenaje que más de un centenar de profesionales firmó para evitar el ninguneo de mi persona y mi labor por parte de la campaña de descrédito realizada por la mediocridad periodística de quienes están aferrados al caciquismo del poder político (y familiar) porque es éste, y su corruptela despótica, el que les paga.

Ahora, tras tres meses de mi abrupta partida, me he permitido la licencia de reflexionar y meditar mis próximos pasos, cansado del despotismo, la inutilidad y la desidia de un equipo institucionalizado, repleto de carencias, traumas, taras y frustraciones, del cual sólo guardo buenos recuerdos de menos de cinco excelentes personas de las casi cuarenta que ahí continúan trabajando… miro atrás y tengo un sabor agridulce, pero no guardo rencor.

De mi ida, sólo lamento en primer lugar no haber podido hacer más por reajustar ese equipo de personas que no se merecen que sus superiores los maltraten, ni que les frustren sus ilusiones profesionales, y en segundo lugar, no haber continuado con algunos proyectos pendientes. En cambio, a decir verdad estos proyectos no me preocupan, muchos de ellos puede que ya no tengan sentido, fueron planteados hace más de seis o siete años, y aquellos que tengan sentido ejecutarse, ya los intentaré hacer en otro lugar, lástima que el público canario, a quien agradezco su gentileza, educación,  apoyo y cariño, quizás se los pierdan. A no ser que viajen fuera de la Isla.

No obstante para continuar debo soltar lastres, y desmentir falsas acusaciones innecesarias que se emitieron sobre mi persona que no deben quedar en el limbo de las falacias escritas por sus autores.

Nunca trabajé en el Centro Atlántico de Arte Moderno pensando en mi beneficio personal, sino en el del museo. El primer museo europeo que le prestó atención a las Américas el cual estudié en mis años de carrera en Cuba, gracias a su labor por su vocación atlántica, vocación que intenté continuar propiciando en las 66 muestras que programé como responsable de la dirección artística del museo, al exponer a 4 artistas españoles peninsulares, 1 holandés, 1 irlandés, 2 norteamericanos, 5 brasileños, 2 africanos, 3 mexicanos, 3 chilenos, 1 guatemalteca, 3 cubanos y 3 puertorriqueños, a lo que se sumarían los 26 artistas del archipiélago, al igual que en las muestras colectivas de la Colección CAAM siempre primaron los canarios. En ese lustro dimos cobertura a 12 comisarios de las islas, hablo de: Octavio Zaya, Gopi Saragandani, Clara Muñoz, Maria de los Reyes, Francis Naranjo, Orlando Britto, Ángeles Alemán, Alejandro Vitaubet, Laura Teresa García Morales, Francisco Galante, María Isabel Navarro y Carlos Díaz Bertrana. Dimos empleo a varias empresas de montaje, marquetería, aduanas, transporte y gráfica, así como a diseñadores, traductores, fotógrafos, críticos y escritores, o historiadores del arte y otros profesores universitarios, o conferenciantes de diversas ramas del saber visual de dentro y fuera de la Isla, de un lado y otro del Atlántico que nos rodea.

Igualmente contrario a la noción especulativa de derroche, nuestras publicaciones fueron las más económicas de los últimos diez años producidas por el museo, gracias a mis relaciones con imprentas peninsulares las cuales nunca sobrepasaron el costo de 18.000 € exceptuando las co-ediciones pactadas con editoriales de primerísimo nivel nacional (Turner Libros y Polígrafa Ediciones), logramos que nuestros libros se distribuyeran a nivel nacional gracias a Rosa Olivares y Cataclismo, y llevamos Atlántica a un paso más adelante convirtiéndola en un espacio de pensamiento y promoción de la cultura visual actual en bienales como Documenta13 de Kassel, Venecia, o La Habana. Creamos los fondos de ayudas para el desplazamiento de los profesionales afincados en Gran Canaria y trazamos líneas de colaboración de co-producciones con el Gobierno de Canaria con sus salas de La Regenta, El tanque, la SAC y el Instituto Cabrera Pinto, así como con museos como el MNCARS (Madrid), el TEA (Santa Cruz de Tenerife), el DA2 (Salamanca), el Het Domain (Sitaard, Holanda), la Fundación Luis Seoane (A Coruña) o la Sala Alcalá31 y Matadero Madrid (de la Comunidad y el Ayuntamiento capitalino).

Gracias a las interpersonales relaciones profesionales de generosidad establecidas desde nuestro trabajo, el CAAM y el Cabildo de Gran Canaria ha recibido un monto de 750.000 € en 140 obras de arte donadas al museo, entre las que se encuentra una donación personal, cuyo valor es, según el precio del mercado, 5000 € de René Peña. Y de nuestra economía familiar, cuando en el año 2012 fueron retirados los gastos de dietas públicas, dimos de comer, cenar y beber a cuanto invitado visitó el museo en los últimos casi 4 años.

Ya que si queremos recibir generosidad, hay que ser generosos. Además, es lo mínimo que se puede hacer cuando te haces responsable anfitrión y no huésped, parafraseando el elegante y controversial título de Juliao Sarmento comisariada por el siempre provocativo e inteligente David Barro.

Por ello, la recogida final de las magníficas obras de Abraham Lacalle “Inversión I y II”, 2015; significa un soltar lastre, soltar amarras, un abrir las velas.

Pues cambio de rumbo.

Tras más de veinte años trabajando fundamentalmente para el sector institucional público a pesar de haber colaborado durante un año con una galería mexicano neoyorquina , así como galerías en Monterrey, México, Miami, Milán, Las Palmas de Gran Canaria, Turín, Santo Domingo o Granada, y tras cinco años al frente de una institución, más que nada, porque no me apetece poner nuevamente mi vida en manos de ineptos, enchufados, personas sin preparación alguna, ni burocratismos administrativos.

Me incorporo a un equipo curatorial frente a la galería berlinesa Invaliden1, fundada y programada durante una década por los artistas Sergio Belinchón, Rui Calzada Bastos, Antonio Mesones, Noé Sendas y Santiago Ydañez, con la intención de darle una nueva perspectiva fundamentalmente curatorial. Ahora dotándola de una nueva etapa, bajo el nombre de Nova Invaliden, y desde donde pretendemos desarrollar un trabajo que ahonde en la labor que llevamos realizando en el campo del arte desde la intimidad cómplice de quien respeta y admira al arte como centro de nuestra existencia, porque en el arte todavía quedan paradigmas que investigar, promover y divulgar, como último valor de la espiritualidad de nuestra época que bien representa la herencia de lo vivido.

Así es como estamos cerrando una puerta con esa imagen de Abraham Lacalle retirando sus obras del centro anclado en el barrio de Vegueta, ya que nos desplazamos a otra dimensión, aquella que atesora el testimonio de quien ha vivido entre las trincheras, y desde ahí defenderá, como un francotirador, aquello en lo que cree.

Ashé.



Las Palmas de Gran Canaria, España
Invierno de 2016.