lunes, 6 de octubre de 2008

SILENT CONCERT

[…escuchando a Keith Jarret]



“(…) mi alma no sabe otra cosa que estar viva.”
Gastón Baquero
Palabras escritas en la arena por un inocente



escribir es como mirar desde un panóptico la caída -a veces libre- del suicida que somos y si la sangre del golpe (el chasquido en el suelo)
no rebota o mancha vuestra ropa quizás -incluso- lo crean un performance un acto de ficción argumentando el trozo de un revival desde donde lanzarse como un despeña-sueños que ha perdido su elixir matutino su droga inaugural

no importa si en ese preciso instante mil teléfonos suenan reclamando tu nombre no importa la victoria la derrota la tristeza incapaz de armarte de una ficha autoral para pertenecer a cualquier acto cívico donde tus apellidos consten como huella eso no evitará el efecto de este salto el aspecto asesino de dejarse caer en el abismo del decir
no se va a remediar por tatuarte tu nombre junto a los setecientos otros silenciados los otroras silentes que en sus muecas de augurio tal vez te lo dijeran con anticipación

ahora nadie se espera que vuelvas a nacer y justo del punto de caída describas entusiasta la experiencia brutal que resulta la muerte mientras te vas muriendo en el descenso

sólo comprendo de la totalidad algunos navajazos y de ello converso
instauro un diccionario de vista fuciforme sobre lo que acontece y en el mutismo esgrimo algo se que parece a un gruñido elocuente simulacro de beso inocuo bailarín escurridizo

esta aceberación -nos queda claro- no conceptúa un idioma de lo que sin saberlo pudiera convertirse en una búsqueda de fe más bien perfila ser el pliegue desde donde adormecer cada relieve de lo real una vez atrofiada su naturaleza descriptiva limbo y naturaleza de la piel una vez humecida se puede dislocar domar a antojos
untar de mieles o amargas existencias desde donde cercar la estructura de un cuerpo y después hacerle una cabeza una boca una mirada torva algo anodina vaga en su majestad crepuscular
igual falta una lengua
un arma arrogadiza desde donde verter improperios e insultos
a nuestros enemigos y tramposas mentiras a cuanta flor marchita desnudemos el alma

levitando en el suelo
a sólo unos milímetros del pavimento gris
sólo sé que mi alma no sabe de otra cosa que estar viva
y en esta velocidad (acaso un privilegio) nunca me dan el derecho a desmentirlo ni siquiera insinuarlo en esta verborrea cual lenguaje falaz pretende asirse un dogma para parapetarse (cobarde y traicionero)
echándole sus culpas al de atrás al próximo que llega o ya llegó

la cuestión está en dotarse de “múltiples hablativas ”
idiomáticas lerdas que puedan imitarse -inclusive- ingeniosas
no importa si son nuestras o de amigos de antaño
no importa si con ellas eludimos impuestos o ganamos un juicio al delirio fiscal
la cuestión está en volverse rizoma (florecilla silvestre sin jardín ni caníbales amos que nos domen al borde fronterizo de un mar como contero)
inventarse un país sin anclas ni dolor ni recuerdos
raíz desenterrada que en su flotar anula la gravedad de su propio suicidio
y esto no nos hará ya menos vulnerables
ni nos vacunará contra el olvido y este rictus feroz de los destierros
sino: única y llanamente
anulara el sentido de pertenencia que tanto nos va lastrando
como lobos en celos su madriguera añoran
porque su loba (y también sus lobeznos) han podido haber muerto
en la distancia y el silencio de su exilio

mejor vomítalo todo luego -si quieres- lánzate…
y cuando estés cayendo mira hacia arriba con una sonrisilla burlona que delate tu dulce venganza
haz ganado la apuesta:
a los suicidas
todos los recuerdan.


Granada, España
16/10/2007
a mis treinta y seis años.

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