Hágase la luz… para atraparla (únicamente una nota sobre AM)
Antonio Mesones, Sin título (Untitled), 2015. Acrylic on canvas, 150 x 130 cm. Cortesía Nova Invaliden Galerie, Berlin
Hay un tipo de arte que engaña a primera
vista, pues nos puede parecer compungido, reprimido, contenido, apretado,
justificado en la contención, y justo es lo contrario. Es vitalismo, intención
obsesiva de deslumbramiento, latido reiterado uno y otra vez. Ese es el caso de
la obra producida en los últimos cinco años por el artista español Antonio
Mesones, quien a primera vista, equivoca, engaña… porque en sus reducidos
trazos redondeados como lametazos cortos del pincel vemos un gesto impregnado
de una tensión que parece reprimida, más no lo es, simplemente es precisa.
Pongamos un ejemplo: es precisa como
preciso es besar una boca cuando se ama o desea a la figura humana dueña de
esos labios, el gesto amatorio es preciso, exacto, no es exagerado, violento,
abusivo, sino lo contrario, es tierno, lento, superficial pero luego profundo,
de a poquito en poquito. En cambio ese gesto labial del ósculo puede cambiarnos
la vida y darnos la libertad aprehensiva del enamoramiento o el nacimiento del
amor venidero.
Así… la pintura de Mesones, se torna una
trampa de luz gestualizada, un mediano atrolladero -pues prefiere formatos
cercanos, íntimos- de sensualidad vital que uno a uno se hace beso, ligero
lengüetazo enamoradizo, neurótico-erótico, ilusionado por repetir la primera
experiencia, quizás post-adolescente de un alumbramiento que ahora en la
madurez se añora, se anhela como nostalgia de lo que fuimos, o se manifiesta
como conocimiento de lo que se es ahí adentro, atrás, donde nadie conoce lo que
en verdad se oculta bajo nuestra primera piel, la que opaca y oscurece nuestros
cuerpos luminiscentes de pura energía atrapada en la red de experiencias que se
hace llamar con un nombre y apellido, una nacionalidad, un pasaporte, y se
enjaula bajo la estructura de un ADN y se escapa bajo el influjo de un gesto
pictórico tramposo, engaña bobos, revelador para los clarividentes que saben
ver en cada tensión, un beso liberador, no una prisión formalista.
Una obra que no es un atardecer en luz
sino un amanecer, como nos induce a pensarlo las iniciales de su autor: A.M.
Berlín/Santander
Verano de 2016.
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