SERGIO BELINCHÓN:
Album Project
La obra del
artista español Sergio Belinchón se despliega en un intenso trabajo que
investiga en los usos del lenguaje visual, sobre todo fotográfico y de
videoarte, mediante los cuales el hombre
re-hace mentalmente un mapa de su existencia, un registro de su relación con el
paisaje, una huella de su lugar en el espacio y el tiempo que le ha tocado
vivir. Inmerso en esta metódica de registrar lo que ve desde una subjetividad
crítica, Belinchón se ha convertido en el transcurso de más de dos décadas en
uno de los creadores más sólidos del panorama iberoamericano con proyección
europea. Entre otras cosas, por su residencia de más de una década en la
capital alemana: Berlín. Mientras ha ido produciendo su habitual línea de investigación
en la imagen, como fotógrafo, Sergio ha ido acumulando, por afición y/o
vocación investigativa, un sin número de fotografías antiguas de finales del
siglo XIX e inicios del XX, compradas -en reiteradas ocasiones y durante todos
estos años- en sus visitas a los rastros de objetos de segunda mano del
panorama berlinés.
En un tiempo
donde la imagen se traviste fugazmente en pantallazo de mega-distribución
virtual a través de las redes sociales y las web 2.0, en el último proyecto de
Belinchón, el artista regresa a los orígenes de la fotografía analógica para
desde su parcial deconstrucción crear otro relato. El relato de nuestra
memorabilia, donde se entrelazan la negación de la eternidad de lo fotográfico
con la demostración de su frágil consistencia como dato de un tiempo pasado, y
paradigma de una debacle. Negando así su durabilidad, su permanente necesidad
de trascendencia, su propia naturaleza inicial como legado. Tras dialogar con el paisaje arquitectónico
en sus obras tempranas, y luego acercarse al estereotipo de lo fílmico de la
cultura del attrezzo y la mediática ficción
del héroe, o traspasar las fronteras de lo real en la serie Venus Grotto, serie en la cual la
instalación del trípode de luces que la acompaña lo fotográfico se construye
sin necesidad que el artista “haga una fotografía”, abriéndose una puerta para
que el artista ahora re-use y re-instale una anónima imagen encontrada, ahora
robada por Sergio para su propia re-significación, en el sentido más duchampiano.
El artista abre un camino nuevo de exploración en la imagen a partir de su
trabajo con el concepto Álbum, donde
primero que todo, deja de fotografiar, y segundo, se enfrenta a la fotografía –como
objeto- desde la posibilidad de una violenta agresión del propio soporte y sus
elementos constituyentes, léase: plata, gelatina, papel.
Como si el
artista en un gesto de total resistencia, en ese rayamiento, decapación o
destrucción de la imagen fotográfica, negase la posibilidad de retratar al
sujeto contemporáneo si su pasado se hace cosa destructible, maleable,
rompible, inutilizado como registro figural, anulando su capacidad atemporal,
convirtiéndolos en fantasmas de presente. Uniéndose así -metodológicamente
hablando- a creadores latinoamericanos como Oscar Muñoz y Gabriel de la Mora,
en un miramiento arqueológico de la memoria, pero con la distinción de que
Sergio está mucho más preocupado por el asunto en sí de las técnicas y
fabricación de la imagen fotográfica, desde el punto de vista formal, quizás
como la brasileña Rosángela Rennó o el cordobés Jesús Pedraza y sus
aproximaciones al vacío y vaciado de la representación y el imaginario. Mucho
más próximo, quizás a la arqueología de la memoria que actualmente está
produciendo el fotógrafo alemán Thomas Ruff (y sus obras dedicadas a las
postales y fotografías clásicas de inicios y mediados del siglo pasado), donde
la imagen analógica sobrevive a la digital, a pesar de estar ampliada mediante
procesos digitales. Algo casi imposible de evitar al día de hoy en la
producción de imágenes fotográficas.
Como si Sergio
Belinchón, desde el conocimiento tácito de la tradición fotográfica ejecutase
un acto de venganza sobre lo aprendido, en este tiempo donde los millenials y youtubers improvisan sobre el irrespetuoso saqueo de los
imaginarios impropios, reconectándonos con nuestra memoria más ancestral de
nuestra noción de Modernidad. Como si esa utopía hubiese valido la pena. A
pesar de su clasismo (Hombres de traje,
manifiestan abiertamente una declaración de guerra contra el sujeto patriarcal
burgués), a pesar de su fingimiento posado, a pesar de lo silencioso de sus
miradas a cámara; pues este vacío, quizás pueda causar el estremecimiento
necesario para que recapacitemos sobre lo que y cómo estamos construyendo el
relato global y visual de nuestros días, y lo que estamos dejando escapar, por
el descuido del desapego, las distancias, la desidia o el más arrasador de los
olvidos.
a Santiago Ydañez
otros rostros rotos
Las
Palmas de Gran Canaria, España
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Verano
de 2018.
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