lunes, 5 de julio de 2010
DULCE COMO EL ALMÍBAR DE CAÑA, AMARGO COMO EL VODKA (unas notas acerca de la obra reciente de Ahmed Gómez)
Ahmed Gómez
Hammer girl & minimalist idea, 2010
Acrílico sobre tela
200 X 200 cm
Cortesía del Artista y
Casa Turquesa Art Space
Cuando una obra plástica, hablo de una Pintura y/o un Dibujo, funciona comercialmente en el enrarecido mercado del Arte, y esta obra está cercana a las travesías marcadas por el legado revisionista del Pop Art, es frecuente que se manifieste cierto facilismo crítico despectivo que se aplica para denostar su éxito, gracias a su propia “naturaleza Pop”.
Demasiado obvio.
Está claro que el Pop Art “funciona” seduciendo al público, primero: por su relación directa con un imaginario colectivo que subyuga nuestras referencias lectivas y nos hace reconocerlas; segundo: por su estética escueta, simplificadora, por lo general, bella (¿o tal vez debería decir: “correcta”?), nos evoca los dejes representacionales de la academia clásica… pudiéramos decir.
Colores llamativos, textos llamativos, composiciones llamativas… en cambio, tanto efectismo y golpes de brillo de lentejuela pueden deslumbrar e impedir que veamos lo que estas obras son… ¿de qué van? y/o ¿hacia donde se dirigen?
Por otro lado, ¿cuántos artistas han andado ya ese camino y han fracasado en su empeño? ¿Cuántos han derivado en otros menesteres? ¿Cuántos no han soportado la presión de “tanto éxito”?
Total, cuando en definitiva, si de algo esboza un comentario el Pop Art y sus reminiscencias Neo-Pop es de “repetir ilusiones”, espejismos.
Incluso, repetir hasta la ilusión de éxito.
Ahmed Gómez es un artista cubano-americano radicado en Miami, Florida; que sabe de ello.
Es conocedor de la ilusión bellísima del éxito fácil, como caramelo meloso que sabe a dulce pero provoca caries, endulza el gaznate pero destroza el estómago y fastidia el colesterol.
Por ello, juega irónicamente con esa ilusión de belleza exitosa; cuestionando su efectividad en un diálogo infinito de dos tradiciones.
La tradición americana de las Pin-Ups Girls y la tradición europea de la Vanguardia Histórica.
La primera, como paradigma del deseo de un ideal de belleza femenina.
La segunda, como paradigma programático de un cambio estético radical en la concepción del universo del Arte.
Como si contrastase en mismo territorio discursivo la quintaesencia de publicidad capitalista y la quintaesencia de la propaganda comunista.
¿Cómo si fueran muy diferentes?
Lo interesante en el caso de Ahmed es que por su eficiente capacidad resolutiva, desde el punto de vista formal, esquiva la inteligencia soterrada que subyace en su Pintura.
Una vez más, nos deslumbran las lentejuelas, la purpurina, el brillo del efectismo visual. Caemos en la trampa fácil aquel etiquetamiento izquierdoso de que “lo bello es burgués y decadente”. Como si -curiosamente- no lo fuese una foto desenfocada en B&N impresa en 150 X 200 cm sobre papel Ilford baritado. O un aburrido neón rojo, tintineando una palabra gigantesca, que lo único que manifiesta es la manía de grandeza de un escritor frustrado.
Y si lo fuese… así, de decadente ¿cuál es el problema?
¿No se supone que el Arte es un reflejo privado de nuestras realidades sociales?
Ah!... ¿y no estamos sobreviviendo a una crisis global?
El problema es que Ahmed, así de fácil nos saca a la luz ciertas militancias olvidadas por homenajear con sus post-modernas Pin-Ups, el humor del peruano Alberto Vargas, la gracia de Gil Elvgren, o emular el erotismo de Mel Ramos o John Willie; mientras cuestiona la grandeza formal -al hacerla “manierismo decorativo”-, hiper-estética, de los ismos de la Vanguardia.
Y con ello, destruye toda probabilidad nostálgica en su remembranza, cuando la desacraliza como cumbre del Arte, al ponerla a convivir en una situación que casi la ridiculiza con la efervescencia juvenil de sus féminas; mucho más cuando esas reminiscencias abstractas parecen derivativas de manierismos ideo-estéticos desarrollados por Frantisek Kupka, Alekséi von Jawlensky o Robert Delaunay, los grandes puristas de la Escuela Abstracta.
Un sarcástico camino de apariencia inocentona (“ingenuo el que lo crea”) que igualmente alguno recordará de la primera obra de los noventa de René Francisco (Ven y dame una mano) y Ponjuán, (luego en su muestra: Arte y Confort); donde la Vanguardia -sobretodo la Rusa, pre-Soviética- era puesta en jaque, cuestionada como paradigma o como estado ideal metafísico supremo del Arte de Occidente. Y que en el arte español contemporáneo, tienen su máximo exponente en el Equipo Crónica y en su superviviente: Manolo Valdés.
Algún que otro detractor (quizás para ocultar su propia misoginia) dirá que “ataca a la mujer frivolizándola”, y que esta obra profesa una mirada retrógrada hacia la mujer como “mujer-florero”, y hacia el Arte como mero adorno doméstico.
Cuando en verdad personalmente creo que es más una mirada de “admirador secreto” hacia ambas tradiciones, unidas por una tradición todavía más antigua.
La Pintura.
Como si de Ahmed Gómez demostrara -con estas pinturas- que fundamentalmente disfruta pintándolas; porque en ellas, mezcla varios placeres.
Ahmed Gómez
Azul, 2009
Acrílico sobre tela
150 X 200 cm
Cortesía del Artista y
Casa Turquesa Art Space
De más está decir que la iconografía Pin-Ups influyó grandemente en el gusto estético sexual del hombre latino hacia la voluptuosidad de una poderosa mujer con curvas.
Nada de anorexias o bulimias.
Una mujer coqueta, segura de sí misma, consciente de su encanto y de sus dones naturales.
Como si el artista disfrutara rozándolas de un modo erótico (carnal), rehaciéndolas para perpetuarlas en su imaginación visual, como realidad pictórica que ahí quedará.
Ahora, siendo embestida, o al contrario, ella embistiendo… al y por el ideal utópico de una varonil abstracción.
Una abstracción -por cierto- banalizada por el enfático ludismo choteante del Pop Art.
Y allí, en este afán didáctico-doctrinario, cansino, repetitivo y obsesivo del Pop, es donde Ahmed se libra de posibles peligros críticos alrededor de que su producción se tilde como “algo” pretensiosamente profundo; porque el regodeo preciso de su control del ejercicio pictórico, sólo denota un dato.
Todo es superficie.
Plano plausible de ser reinterpretado, re-hecho, “deconstruido”; a pesar de que en esta “deconstrucción” haya un matiz analítico de base metódica.
Da igual sean Pin-Ups o Abstracciones Vanguardistas, lo que importa es la Pintura.
Porque ella, la Pintura, es lo que queda.
Y saber de Pintura, y demostrarlo, aun cuando parezca un facilismo -para quienes no la hayan ejercido, los que la han intentado domar, siempre la respetan-; es todo un reto hoy día.
Y éste es un conocimiento, que más allá de los dones del talento resolutivo, sólo se cultiva con el amargo peso de la constancia y la tenacidad.
Así como acostumbramos nuestro paladar a la rispidez del Vodka, trajo a trajo.
Y hacer que ese reto (el pictórico) resulte divertido, locuaz y seductor, es sólo un mérito que algunos logran, Ahmed… entre ellos.
Otros no.
Primavera, 2010.
Granada, España.
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1 comentario:
¡Felicidades! ...¡hermoso comentario!!!!!!
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