miércoles, 21 de septiembre de 2011

…AÚN TERRENAL, TELÚRICO O PRIMARIO (notas complejas sobre la simplicidad de la existencia según Hans Lemmen)



Vista del estudio de Hans Lemmen
Verano de 2011.
Cortesía del artista


“La emboscadura no es ni un acto de libertad ni un acto romántico, sino el espacio de juego de pequeñas minorías selectas; éstas saben qué es lo que viene exigido por nuestro tiempo...”

Ernst Jünger
La embocadura


a Paco
por el buen dibujo


Hans Lemmen no es un artista típicamente holandés (esa forzada traducción hispánica del gentilicio neerlandés); quizás… porque “lo típicamente”, ya sea, neerlandés, español o austriaco -en el Siglo XXI- no exista.

Podríamos afirmar sin temor a equívocos que el territorio mental del artista, ahonda en una profundidad arqueológica en el conocimiento humano más allá de cualquier nacionalidad, bandera o idiomática geo-política.

Sin embargo, por ser justamente neerlandés, por haber nacido y haber crecido allí, en esa frontera o esa cartografía transfronteriza que son los llamados “Países Bajos” (y/o BENELUX = Bélgica, Netherland y Luxemburgo); las herramientas lingüísticas con las que opera en su pragmática arqueológica, la cual resulta construida en un final como saber artístico, o como obra dotada de cierta mitología tránsfuga del espacio y el tiempo; justo por esa condición de “ser de las fronteras”, individuo del borde, el límite, el velo oculto de las realidades que le circundan…; lo hacen transparente.

De una transparencia evidente ante nuestra mirada que -gracias a su herencia contextual- lo convierten en un particular artista universal.
De ahí la complejidad de su simpleza, ya que su condición de nómada-políglota, lo dota de una “eficiente claridad”.

Muchas veces hemos discutido -etimológicamente hablando- sobre la paradojal situación hermenéutica de que “lo simple no es precisamente sencillo”, y viceversa. Y el modelo desde el cual, Hans Lemmen ejemplifica esta dicotomía es la cercana a la economización de todos los lenguajes artísticos, a los que tiene acceso, y desde lo que trabaja; llevándolo a un punto de neutralidad ecuménica.

El dibujo es un sistema modélico perfecto para graficar esta dicotomía, es un ejemplo exacto de cómo la posibilidad de ejercitarse como sistema de simplificación sintética de un imaginario mucho más complejo puede ilustrar una estructura compleja; esta vez… desde la línea, la acuosa mancha leve o la descripción una narratología elaborando un entramado de complejidades infinitas, como red de redes que visibiliza cuán intrincados pueden ser estos imaginarios sintácticos de aparente simpleza.

Aún cuando la obra de Hans Lemmen se diversifica entre las ramas poliédricas del dibujo, la instalación, la obra pública y la escultura, no sería desacertado decir que es el dibujo, como sistema gráfico-visual, quien se erige como presencia central o como eje programático-metodológico, de su praxis creadora, como su episteme -diría Foucault-.

En Lemmen, es el dibujo lo que ayuda a cartografiar el universo perceptual de sus visiones del universo físico con el que convive. Tras, por y mediante el dibujo, Hans reduce a trazos fugaces las planimétricas cosificaciones yuxtapuestas que edifican la construcción de una mitología -algo ancestral- donde su EGO, es interpelado por un Alter Ego arcaico, primario, lejano, pre-histórico. Un doble de sí mismo que es espejo de azogue mellado, desgastado y sucio de un presente que en el pasado halla su valía, su sentido de ser, su ontología.

En este caso, una ontología que se desvincula de la progresista carga ideológica de Occidente, y escoge su estructura más vitalista, en una concepción más primigenia del individuo. Con esta lectura, nuevamente me viene a la cabeza la idea de “lo óntico” de Heidegger, ante la cosmogonía de un artista que renuncia a las ideas políticas de la contemporaneidad para refugiarse en un existencialismo que lo autoresguarda del universo real, creando un mundo donde sólo fluye lo íntimo.

Últimamente de modo casi arbitrario, ciertas “nuevas ontologías del sujeto” están aflorando en el panorama plástico internacional del Arte como si se tratase de una recuperación de la experiencia subjetiva y subjetivista a la que el humano recurre como búsqueda de sí mismo, en un tiempo de pérdidas y extravíos, como si fuese un antídoto panhumanista universal, ante la debacle que esta acaeciendo a la humanidad.

La pragmática elemental del rudimentario dibujo, le permite a Hans Lemmen, volver igual a la raíz del lenguaje del Arte como quien regresa a un pozo sin fondo a calmar su sed; como quien regresa a hurgar en los cimientos de su estructura psicoanalítica para desentrañar sus taras, sus tabúes, o sus prejuicios y miedos o alegrías, y en el dibujo igual regresa a los primeros lenguajes gráficos del hombre pre-histórico.

Lo curioso al respecto, es que Lemmen conecta de forma tardía con creadores algo “fueras de órbita” que se comportan como seres entrópicos que observan el universo tras el prisma de su ontología, el prisma de una mirada mitologizante. Hablo de creadores todavía auráticos, casi místicos y post-beuysianos como: Dietter Appelt, Ricardo Brey, Mario Merz, Louise Bourgeuis, Kiki Smith, Evru-Zush o José Bedia , por no pensar en otros más jóvenes fabuladores allá donde los halla como Marcel Dzama, Ernesto Chaivano, o Paco Guillén.

Como si Hans “regresara al bosque” de Jünger , o a la tierra, a lo rural, a lo elemental de la existencia humana, y a la condición doméstica y anecdotaria del dibujo mientras regresa a las esencias más existenciales de su raza, y cuando hablo de raza lo hago desde la peripecia de la antropología, refiriéndome a su grupo social o generación; pero esta operación de desplazamiento lo hace desde una perspectiva outsider, out, marginalmente escapadiza, un desplazamiento que es auto-in-silio, una reclusión casi ascética; y en este regreso, en este recordatorio o memorandum crítico-poético sobre nuestra existencia actual, estriba su complejidad más digna, allí es donde radica la grandeza de su sencillez, la sofisticación de la rudimentaria rispidez de quien conoce con certeza que “solo está(mos) de paso”.

Y sobre sus leves “pasos emboscados” de quien se retira del mundanal reino del asfalto al recluido mundo del bosque -como antigua catedral de lo sagrado al que regresa-; Hans Lemmen escribe un cuaderno de bitácora (ilustrado).


Director del CAAM
Las Palmas de Gran Canaria
Abril, 2011.

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