viernes, 25 de julio de 2008

SMITH´S KNOWLEDGE OF THE GAME



(unas notas sobre los Cadáveres Exquisitos de Ray Smith)


“Lo que digo no significa que, en el futuro, no haya forma artística alguna. Sólo significa que habrá una nueva forma de arte, y que esta forma será de tal género que permitirá el desorden, y que no intentará decir que el desorden es en el fondo algo distinto.”
Samuel Beckett


El conocimiento del Arte, el conocimiento específico del Oficio de la Pintura, el Dibujo o la Acuarela, o simplemente el conocimiento -en general- de las metodologías edificantes y lingüísticas del Arte; ha sido desde siempre uno de los acicates que el propio Arte ha empleado como sistema autoreferencial, para fabricarse a sí mismo un territorio endogámico de divertimento y especulación infinita. E incluso, a estas alturas del Siglo XXI, podríamos decir que es uno de sus síntomas más característicos, uno de los signos que mejor grafican su claustrofóbico aparataje o campus minado de canibalismo vital, de decadencia y cinismo.

Como si fuese una manifestación tácita de esta máxima y de una forma descarada, sin prejuicios, ni simulacro alguno; desde esa desfachatez sincera de quien sabe lo que hace, van las diferentes series del apologético proyecto: Cadáveres Exquisitos del artista Ray Smith Yturria (nacido en Brownsville, Texas en 1959, quien vive y trabaja entre New York y México desde la década de los 80s).

Es intencional -en este caso- decir o etiquetar “proyecto” y no “conjunto de series”, cuando hablo-o-escribo sobre ellas, porque creo que en el desarrollo de las mismas, ya sea en las acuarelas (de diversos formatos), las pinturas (sobre tabla o madera) y las esculturas (en sus 2 ediciones en bronce y resina de poliéster + polvo de mármol); Ray se adentra ante ellas, en el ejercicio de la creación como quién se enfrenta a la realización de una visión globalizadora y subterránea de su obra, o al menos, de una fragmentaria conexión de su producción , vaso comunicante, puente, trampolín, nexo misterioso; quizás como sabiendo que dichas diatribas homenajeantes son uno de los ejes sobre los que pivota su obra; como quien regresa a su playa preferida para sanear sus heridas amatorias, o sus falsos recuerdos; porque sabe que allí en el placer relacional (contemplativo e invasor) del vaivén del Mar, existe algo que nos reordena, en medio de tanto desorden.

Cadáveres Exquisitos es un “proyecto creativo” que contiene en sí gran parte de los síntomas que definen el quehacer de Ray Smith: apología, humor, anomalía y surrealismo, post-modernidad neo-barroca, decorativismo, eroticidad y sensualidad, oda a la desnudez, animalidad-humanizada (y viceversa), intimidad poética, fragmentación narrativa del icono, derroche resolutivo, multiplicidad y repetición [Deleuze en mi cabeza].

Por no decir cuestiones plenamente formales o morfológicas de usos del lenguaje del tipo: pintura, acuarela, temple, madera, papel japonés, escultura, múltiples, e instalación.

Un conjunto de “pequeñas suites”, en las que Smith pone a contrapuntear la tradición literaria surrealista, con la posibilidad discursiva de una imaginería reciclante, virtuosa, citatoria y burlona; donde coloca en situación de examen o prueba su capacidad regeneradora de imágenes, que entre ellas dialogan completándose. Como si se plantease la idea de deconstruir [a lo Derrida] la totalidad de su propia autoría en “varios Rays Smiths”; reinventándose hasta el límite, hasta el grado cero de su presencia subjetiva; convirtiéndose casi en una especie de “máquina de crear visualidades” (como decía Duchamp).

Actitud retadora que además le fascina, porque lo hace desdoblarse, llevarse el borde de sus estados imaginarios y su poder narrativo; como subvirtiendo su don, despogándolo de su carisma habitual, o dotándolo de un nuevo carisma, el de NO-SER, el de no-existir en tanto no exista su dualidad, o su otredad.

Definitivamente para un artista que lleva cerca de tres décadas creando una obra en la cual a cada giro de tuerca se reinventa desde la percepción de una nueva aventura creativa, ya sea desde el punto de vista formal o desde el conceptual-narrativo-literario; esta serialidad desfragmentadora puede convertírsele en un aliciente de frescura e innovación, en un gustoso descanso, en un ejercicio del Placer.

Y he aquí otro de los síntomas o rasgos que mejor definen la producción de Ray y que en Cadavre Exquis Project, halla su más fehaciente despliegue: el Placer. Es en el Placer sensorial (o ¿debería decir: rozante?) del acto mismo de la Pintura, o del trazo acuoso de la acuarela, donde Ray Smith más disfruta; pero igual, en la contención mesurada del contorneo figurativo, de una figuración que se clona y pierde finitud, desdoblándose en un bucle sinfín, o en la combinatoria de sumas y restas de un conjunto escultórico que se multiplica y se divide, se divide y se multiplica.

Así…, lúdico como sólo un niño sabe ser; y lúcido, como sólo un maestro ducho en el rotundo conocimiento de su materia, sabe ser.

“Encontrar una forma que contenga la confusión es, en la actualidad, la tarea del artista.”

Samuel Beckett


Omar-Pascual Castillo
Granada, España
Invierno-Primavera, 2007

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